
Cada cultura ha heredado de sus antepasados ciertas formas de concebir el sexo, que siguen evolucionando
Nuestra forma de concebir el sexo ha evolucionado a través del tiempo y cada cultura lo ve y lo vive de diferentes maneras. Entonces, dime cómo haces el amor y te diré de dónde eres…
La imagen de un hombre de las cavernas arrastrando de los pelos a una mujer, para luego tener sexo, es tal vez la primera que se nos ocurre cuando pensamos en el sexo en la Prehistoria. Una imagen que por cierto, no resulta muy erótica, a no ser que nos gusten los juegos sadomasoquistas. Dudo mucho que ésa fuese la fantasía erótica que inspirase a nuestros ancestros; simplemente se trataba de un sexo más salvaje, pero en su sentido más literal!
Sin embargo, tampoco puedo asegurar que antes disfrutasen más o menos del sexo que en la actualidad.
Lo que ocurre es que al igual que ha evolucionado nuestra forma de comer, de vestirnos, o de manifestarnos a través el arte, también ha evolucionado nuestra forma de concebir el sexo. Y por lo tanto, la manera de erotizarnos y excitarnos ha cambiado a lo largo del tiempo y cada cultura lo ve y lo vive de diferentes maneras.
Y tal cual lo expresa David Buss, autor de La evolución del Deseo, “el deseo sexual surge del cuerpo, la mente interpreta lo que la sociedad acepta lo que no, y el resto de las señales son editadas por nuestra cultura”. Dicho de manera más facilita: el ser humano es el único animal erótico y lo que nos excita y la forma que adquiere nuestra sexualidad están moldeadas por nuestra propia cultura.
Así que la expresión de la sexualidad es tan variada como las diferentes culturas que hay y hubo a lo largo de la historia. Tal vez la más “conocida” sea la que se desarrolló en la India Antigua, y que quedó plasmada en el mítico libro del Kamasutra. Su sola mención nos trae imágenes de fabulosas y difíciles posturas, dignas de un yogui. Pero este libro es mucho más que una mera descripción de posiciones sexuales, es una verdadera guía del amor erótico del Siglo III.

Cada cultura ha heredado de sus antepasados ciertas formas de concebir el sexo, que siguen evolucionando
En nuestro continente, las culturas precolombinas también nos dejaron testimonios de sus prácticas sexuales. Los mochicas, antiguos habitantes del Perú, representaron en huacos (vasijas) eróticos diferentes posturas y actos sexuales; masturbaciones, sexo vaginal y anal, felaciones y relaciones homosexuales. Según los antropólogos, no debemos ver en ellos una muestra de pornografía pre hispana, pues para estos pueblos no eran más que representaciones de su cotidianidad. Aunque, no sería nada extraño que estas pequeñas esculturas pudiesen estimular las fantasías y el deseo de nuestros ancestros.
Pero no sólo en el pasado la sexualidad adquirió diferentes formas… En la actualidad, cada sociedad la vive de manera distinta; y dentro de una misma sociedad, existen sub-culturas que se identifican con una manera particular de experimentar el sexo.
En algunos países islámicos, se practica legamente la poliginia (que es cuando un hombre tiene permitido tener varias esposas), y las mujeres aceptan naturalmente la presencia de las “otras”; lo que para la mayoría de las esposas occidentales sería causal de divorcio y denuncia de “bi-tri-tetra y más… gamia”.
En algunos países africanos, esta práctica también es habitual. Mswati III, el actual rey de Suazilandia, un pequeño país del sur de ese continente, tiene más de una decena de esposas. En 2005 tomó a su décimo segunda esposa, a quien eligió entre más de 20 mil chicas semidesnudas que danzaron para él en la tradicional Danza del Junco, una festividad que se celebra anualmente, donde las jóvenes vírgenes bailan con sus pechos descubiertos para homenajear al monarca.
Mucho menos frecuente es la poliandra, por la que una mujer tiene más de un esposo. ¿Se da en la actualidad? Sí! En Nepal (el país donde se encuentra el Himalaya, la montaña más alta del mundo). Y al parecer, la razón es porque hay muchos más hombres que mujeres, debido a la terrible práctica de matar a las niñas cuando nacen, priorizando la descendencia masculina. Así que lamentablemente, esta práctica nada tiene que ver con la liberación femenina.
Dentro del mismo Occidente, se vive la sexualidad de maneras única: grupos de BDSM, donde una de las prácticas consiste en atar de manera super compleja a la pareja que hará las veces del “sometido”; las pony girls, chicas que se erotizan disfrazadas de caballitos, donde no faltan las monturas, los estribos ni la fusta; el furry sex, en la que sus practicantes se visten, gesticulan y se aman disfrazados de animales, tanto reales, mitológicos o bien, inspirados en los dibujos animados; los swingers, ansiosos de intercambiar parejas, poliamorosos, que aceptan las otras parejas de su ser amado; looners, quienes se excitan con globos… Hay de todo… Y la tecnología también ha abierto a nuevas formas de practicar el sexo, que en el pasado eran impensables: sexo virtual; vibradores con tecnología de la Nasa, muñecas que imitan a la perfección la figura y piel femeninas, masturbadores que emulan la vagina…
Las opciones son taaan variadas como imaginación tenga el ser humano. Y mientras el cerebrito siga funcionando, no habrá límites para dar rienda suelta a nuestro Animal Erótico.
3 Comments
Muy lindo todo, tus respuestas a las variadas preguntas muy completo, besos y feliz Vida
me gusta hacer el amor en la ducha, el sofa la cocina y en la cama
Yo como Boricua. Al fin me encanta every day as long she wants!!! Prrra!!! Saludos Bori!!!