
¡¡¡En Universo Alessandra estamos de festejos!!! Celebramos el nacimiento del tercer libro de Alessandra: ¡¿Y ahora qué digo?! Guía para padres, editado por Sudamericana. Está dedicado a los papás y mamás, para que puedan hablar de sexo con sus hijos y contestar a esas preguntas que nos ponen un poco incómodos y nos dejan sin palabras!
¿Qué es hacer el amor? ¿Cómo nacen los bebés? ¿Por qué yo no tengo pene?
¿Cómo entró mi hermanito a tu panza? Son algunas de las preguntas a las que Alessandra les da respuesta, para que nuestros hijos tengan una vida sexual plena en el futuro. Alessandra, como ya nos tiene costumbrados, hace fácil lo difícil y nos brinda con naturalidad y seriedad las respuestas y la información con la que deben contar los niños en cada edad, de 0 a 12 años.
Nosotros queremos darles la primicia y por eso aquí les transcribimos un resumen del Prólogo para que empiecen a familiarizarse con un libro que seguramente leerán y disfrutarán a diario! Y para aquellos papás, abuelos, tíos o todos los que en este momento se estén preguntando ¡¿Y ahora qué digo?!, cuando los niños los interroguen , no dejen de visitar nuestra nueva sección en Universo Alessandra, donde le podrán dejar su consulta a nuestra sexóloga favorita: https://www.universoalessandra.com/y-ahora-que-digo
“A lo largo de mi carrera como sexóloga, he recibido consultas de miles de personas adultas, hombres y mujeres, insatisfechas y frustradas con sus vidas sexuales. En la mayoría de los casos, no tenían ningún impedimento físico para disfrutar y vivir plenamente de su sexualidad: no había problemas orgánicos que les impidieran tener orgasmos o consumar una relación sexual; tampoco causas fisiológicas que les provocasen eyaculación precoz, impotencia, dolor coital o falta de deseo.
Cuanto más profundizaba en estos casos para entender “el porqué de sus disfunciones”, casi siempre llegaba al mismo lugar: la infancia. Una infancia donde estas personas, ahora adultas, recibieron mensajes negativos en torno a la sexualidad, mensajes distorsionados, prejuiciosos y repletos de tabúes. Generalmente se trata de pacientes en cuyos hogares paternos, la palabra “sexo” era considerada una mala palabra, y por lo tanto “de eso” no se hablaba. Padres que no hablaron, pero que sí educaron… Porque no hablar de sexualidad, no significa que no estemos educando sexualmente. Educamos y decimos muchísimo con el silencio, transmitimos mensajes cuando nombramos una palabra como “en secreto”, estamos “diciendo algo” cuando un bebé se toca su pene y apartamos su manitos bruscamente. Es que no sólo las palabras, sino los silencios, las omisiones, y sobre todo, nuestras actitudes, transmiten un mensaje con respecto a la forma en que sentimos y entendemos la sexualidad. Para bien o para mal, un niño lo absorbe todo. Y eso que le transmitimos moldea su personalidad sexual y la manera en que se comportará y se sentirá en su vida.
Cada vez que una persona adulta me consulta por un problema sexual que tiene sus raíces en su educación, no puedo dejar de decirme: “cuán diferente sería esta historia si sus padres le hubieran transmitido otro mensaje, uno positivo; en lugar de traspasarle esta pesada mochila de prejuicios y falsas creencias!”. Pero la realidad, es que a todos estos pacientes, una llega de manera tardía, cuando el mal ya está hecho, y ahora sólo queda lidiar con los conflictos que generó una mala educación sexual.
Con esta idea en mente es que decidí escribir “¿Y ahora qué digo?”, para que en lugar de resolver en el futuro, podamos prevenir en el presente. Y la mejor manera de prevenir futuros conflictos y problemas en nuestros hijos, es haciendo todo nuestro esfuerzo para transmitirles la mejor educación sexual posible. Y ésta es una responsabilidad inmensa que no puede ni debe eludir ningún padre, para la que paradójicamente, tal vez esté menos preparado. Porque por más educación sexual que dé en los colegios, en nuestras comunidades o a través de campañas en los medios de comunicación, la obligación de educar sexualmente a nuestros hijos, es esencialmente de papá y mamá.
En este libro les propongo que tratemos juntos de encontrar las respuestas más acertadas, las más veraces para darles a nuestros niños; y sobre todo, los invito a descubrir cuál es la manera más adecuada de impartir sus propios valores, no los míos, ni los de cualquier otro sexólogo.
Y esto implica que sean padres y madres muy proactivos, porque si bien les ofrezco una guía, una orientación para que sepan qué hacer y qué decir, no les estoy dando un MANUAL DE INSTRUCCIONES, que lo siguen paso a paso, atornillan por acá, enchufan por aquí y está listo!
Ustedes tienen que asumir la responsabilidad de la educación sexual de sus hijos, y eso implica que tienen que informarse y entender que están emprendiendo una tarea que es de por vida. La educación sexual no es simplemente hablar de reproducción o explicar la mecánica del coito. La educación sexual también implica:
- Transmitir salud sexual.
- Transmitir afecto y sentimientos: no podemos hablar de sexualidad como si los sentimientos no fuesen parte intrínseca de ella. Atrevámonos, aunque sea más difícil al principio, a hablar de las emociones que la sexualidad implica.
- Enseñar a cuidar del propio cuerpo y del ajeno.
- Seguridad: la información adecuada es la única herramienta y la mayor protección que le podemos dar a nuestros hijos en contra de los abusos sexuales y la violencia.
- Derecho a elegir: sólo con el conocimiento apropiado podemos realmente elegir, y esto implica desde elegir cuándo nos iniciamos y cómo nos cuidamos; pasando por cuándo queremos ser padres, hasta elegir realmente a quién amamos y cómo lo hacemos.
En síntesis, la educación sexual es preparar a nuestros hijos emocionalmente para que puedan aceptarse tal cual son, disfrutar, quererse y por sobre todas las cosas, respetar su cuerpo y sus deseos. Educamos a nuestros hijos para que se apropien de su sexualidad y ejerzan su derecho a elegir de manera consciente, responsable e informada de qué manera quieren vivirla”.
1 Comment
me cuesta muchisimo hablar sobre el sexo con mi hijo me pongo colorada, nerviosa y aveces hasta lo digo con una vos de enojo, pero trato de contestarle no tan directamente sino de una forma un poco fantaciosa. voy a tomar en cuenta tus palabras, que siempre me dan alguna solucion. BESITOS