
La decisión de operarme la tomé yo y, más allá de la consulta médica, con quien único lo discutí fue con mi esposo, John. Sentí que era algo muy mío y no quería dejarme influenciar por nadie más. Con John hablamos mucho y compartí toditos los datos que iba averiguando en mi ‘research’. Su postura fue la misma desde un principio: me dijo que me apoyaría fuera cual fuera mi determinación final, sin presionarme hacia la cirugía ni disuadirme de ella. Su apoyo incondicional me permitió la libertad de tomar la decisión que intuitivamente sabía que era la correcta.
Ya una vez decidida, a quienes único avisé de antemano fue a mis padres, José y Ginnette, y a mi mejor amiga y su esposo, Bruni y Luis. El resto de mis familiares y amistades supieron de mi bypass gástrico luego de ya ser un hecho.
Afortunadamente, TODA mi familia y TODAS mis amistades me apoyaron por completo, independientemente de si lo supieron antes o después de realizada la cirugía. Como es mi costumbre, con todos hablé de manera muy clara y exponiéndoles mis razonamientos para haberme decidido. Ahora mirando hacia atrás, creo que todos sabían que el sobrepeso me hacía mal y estaban entusiasmados por verme en mejor estado físico.